miércoles, 11 de noviembre de 2009

Preguntas, preguntas...

Era una mañana de otoño del 2053, cuando después de dos años de ardua labor, el cinético argentino Pedro Gado creo la tan esperada píldora de la felicidad. Esta era pequeña, liviana y no tenia gusto alguno, pero lo que mas me llamo la atención, fue su color, o mas bien, debería decir sus colores, no entiendo el como ni el porque, pero cada diez segundos, tomaba un color distinto.
Era de esperarse que su precio fuera elevado, pero ¿¡U$S 50.000!? es el dinero de media vida -suerte que Pedro era amigo de papá, porque sino, seria tan infeliz como siempre- pensé.
Al pasar los años, el precio de la píldora bajo, y las personas de clase media podían adquirirla fácilmente.
Con el paso del tiempo, se empezaron a ver mutaciones en la gente que la consumía, me asuste mucho, e instantáneamente deseche las que me quedaban, y fui al doctor de la familia, él me dijo que todo estaba bien, y volví tranquilo a casa.
Luego de unas semanas, caí en una terrible depresión, deje mi trabajo, sentía un insoportable vacío que ni el amor de mi esposa e hijos podían llenar, y lo mas horroroso de todo, eran las alucinaciones, a veces soñaba que me arrancaban parte del corazón, o que de alguna forma extraña me robaban el alma. Con el tiempo, mi cuerpo se fue asimilando a los síntomas, pero me sentía más lento, bruto, tosco. Era como si mi vida se escurriera por una sucia alcantarilla.
Cada vez perdía una porción mayor de mis funciones motrices.
Hoy, es veintinueve de marzo del 2059, hace exactamente dos meses que me diagnosticaron una horrible enfermedad Terminal, hace un mes, cortaron mis dos piernas y me hicieron una intervención cerebral, la cual robo mi facultad de sonreír…
Pedro Gado murió físicamente, en septiembre del 2057, pero su legado, ese espantoso legado de muerte y deformidad, perdurara por siempre.
En cuanto a mi, esto nos deja en mi ultimo día, ya que hoy por la noche, empuñare el arma que me dejo mi difunto padre, y terminare con todo este sufrimiento.

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